La educación escolar cercana a la tierra

noviembre 15, 2010

Soraya González Guerrero

Frente al currículo oculto de los libros de texto que impone la idea de un modelo de crecimiento infinito, algunos docentes apuestan por proyectos educativos que transversalizan el medioambiente.

Al igual que el resto de instituciones, la escuela huye de problematizar la crisis ecológica actual, especialmente los asuntos claves como la producción o la movilidad. Puede celebrar el día contra el cambio climático para invocar por un día el ahorro eléctrico, cuando diariamente los libros de texto encierran un currículo oculto que no sólo exalta el modelo de movilidad horizontal sino que son “auténticos manuales de educación vial para desear el coche” y alimentan la ficción del crecimiento ilimitado al “confundir sistemáticamente producción con extracción y expolio de recursos”, como apunta la comisión de educación de Ecologistas en Acción tras un rastreo de 60 libros de sexto de primaria y primero de Bachillerato.

Seguir formando consumidores y consumidoras o convertir al alumnado en el protagonista de la historia, del ecosistema. Afortunadamente hay experiencias educativas que intentan avanzar en el segundo sentido.

En torno el año 2002 un grupo de profesores del Colegio murciano Virgen de la Fuensanta ubicado junto al Parque Natural de la Alberca, trató de construir un proyecto educativo medioambiental que tuviese continuidad y que se vinculase al currículo ordinario. “Nos enteramos que existía una red de ecoescuelas y planteamos al claustro el proyecto”, nos explica Enrique Fuster Espinosa, uno de los fundadores de esta ecoescuela cuya coordinación ahora está en manos de otra profesora. Durante dos años el profesorado recibió formación y la primera iniciativa fue la ecoauditoría sobre el consumo de agua: “comprobamos en cada lugar del colegio (en lavabos y cisternas, en la cocina, el patio…) qué consumo había y si se podía reducir”, recuerda Enrique.

Los libros de texto encierran un currículo oculto que fomenta el consumo y alimenta la idea de crecimiento

En esta primera ecoauditoría consiguieron reducir el consumo de agua a un cuarto, y de paso detectaron que había una fuga. Después vendría la ecoauditoría del consumo eléctrico con la instalación de paneles solares, la de residuos y otra de ruido. El éxito de todas ellas no ha sido un consumo más eficiente sino sobre todo un consumo más consciente. Y esto ha sido posible por la implicación del alumnado como corresponsable. Del cuidado en el propio centro: la creación de un Comité Ambiental con representantes de cada clase, además de profesorado y familias, otorga autoridad a las ecoauditorías realizadas por el propio alumnado, cuyas conclusiones han sido tenidas en cuenta en la creación de una normativa ambiental del centro. Por ejemplo, tras la auditoría de residuos, el Consejo Escolar trata de comprar materiales biodegradables como propusieron los y las alumnas.

Estudiar el ciclo de la vida

La creación de ecosistemas naturales para estudiar los ciclos de la naturaleza fue otra de las iniciativas de esta ecoescuela. De momento han creado un ecosistema húmedo que consiste en un huerto escolar agroecológico. Agroecológico porque en lugar de pesticidas y fertilizantes químicos ha apostado por el control biológico de las plagas y el abono orgánico: “un año nos donaron lombrices americanas para hacer humus, con los restos de cocina hacíamos compost y también nos dieron compost verde algunas empresas de jardinería”. Enrique reconoce que era poco lo que sacaban de abono orgánico, “era más simbólico, servía para que viesen todo el ciclo de la materia”.

Aprendizaje significativo

El aprendizaje significativo a partir de la aplicabilidad y la funcionalidad de lo que se aprende es clave en cualquier pedagogía.

En este colegio murciano, tanto el huerto como las ecoauditorías han posibilitado que muchas asignaturas se hayan vinculado a procesos reales, “siempre es más fácil con la asignatura de conocimiento del medio, pero también en matemáticas es posible realizar operaciones con actividades del huerto, o en historia se pueden estudiar los sistemas de riego en el entorno”, contesta este profesor de primaria cuando le preguntamos por la inclusión de los saberes del huerto en el currículo formal.

¿Y la conciencia ecológica?

Con este aprendizaje significativo también se aprenden valores. “Yo en mi clase aprovechaba todo, por ejemplo hacíamos un calendario tecnológico donde cada niño llevaba un registro de lo que plantábamos. Cuándo empiezan las flores, los frutos, la recogida… Así van aprendiendo los procesos vitales, que han de respetar la naturaleza y que con el ahorro del agua o la agroecología nos beneficiamos todos, porque al no contaminar el agua beneficias también a tu salud”.

El éxito de las ecoauditorias no ha sido un consumo más eficiente sino más consciente por parte de todos y todas

No es fácil el cuidado del entorno escolar, “los árboles plantados aparecían muchas veces rotos, entraban de otros coles y arrancaban lo que había en el huerto, o a veces las propias familias se llevaban las lombrices para pescar”. Pero la evaluación final que hace Enrique es muy fructífera, hay un respeto por lo que se ha hecho, un sentido de pertenencia, y no es casual que cada vez haya más árboles en el colegio.

Mejor el río que la fábrica

Ir de excursión a la fábrica de Cuétara ha sido para muchas generaciones una forma de salir del aula cerrada y volver a casa con una galleta de recompensa. ¿No hubieses preferido visitar un Parque Regional y en lugar de consumidor ser tratado como protagonista de las políticas ambientales? El proyecto Rius, importado de Catalunya, ha posibilitado que el alumnado del Colegio Virgen de la Fuensanta adoptase un tramo de río y estudiase el índice de vida dentro del agua y los márgenes. “Los críos, de manera fácil (pues hay muchos materiales y buenos que se pueden usar de forma sencilla), sacan conclusiones sobre el índice de vida y piden a las autoridades mejoras para el entorno, como ha ocurrido con los anfibios”, explica Enrique Fuster.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-educacion-escolar-cercana-a-la.html


Que vivan los estudiantes

octubre 24, 2010

Francia: el Plan de reforma de las jubilaciones fue aprobado anteayer

Eduardo Febbro. Página 12

La irrupción del movimiento juvenil en las protestas en contra de la reforma previsional del gobierno de Sarkozy cambió la relación de fuerzas en el tablero político francés. Página/12 acompañó a los estudiantes en una marcha en París para conocer sus sueños, sus demandas y sus miedos ante un futuro que les pinta sombrío.

Un clamor juvenil, solidario y espontáneo flota sobre el cielo de París. La risa y el canto. En el corazón de la multitud que recorre el Boulevard Arago se respira una atmósfera de paz agitada, de hermandad instantánea, de carisma generacional. No hay violencia, ni gestos obscenos, ni agresividad en esas voces que piden a coro “la jubilación a los 60 años” en una coalición casi inédita de estudiantes y trabajadores del ferrocarril, de empleados públicos y privados, de profesores y alumnos del bachillerato, de empleados administrativos y estibadores del puerto, de jubilados y desempleados.

Las banderas de la CGT y los globos del Partido Socialista tapan el horizonte. París resucitó una forma de acción social que los tenebrosos analistas digitales decían muerta: masiva, constante, empeñada, pacífica y organizada según un régimen distinto del de otras protestas. Jean Michel emerge de un grupo de jóvenes que se burlan de Nicolas Sarkozy con consignas vivarachas. “No queremos que nuestros padres se mueran trabajando, y nosotros no nos queremos secar bajo el sol buscando casa y trabajo”, dice el muchacho de 19 años. A su alrededor, los estudiantes, en su mayoría bachilleres, gritan: “Los jóvenes en la pálida, los viejos en la miseria”. Aplausos y miradas cómplices.

Detrás de ellos avanza un grupo de trabajadores del ferrocarril. Son corpulentos, tienen las manos y el rostro marcados por el trabajo. Cuatro de ellos, con brazaletes rojos en los brazos, escrutan los movimientos anormales de la multitud. “Estamos aquí para encuadrar a los violentos, para explicar que en la democracia no se golpea”, dice André, un aparatoso miembro de la CGT. La juventud baila, la clase obrera exulta. La soñada convergencia entre trabajadores y estudiantes se plasmó en un par de semanas.

Pero no responde al sueño de un socialismo de museo, sino a un estilo renovado de oponerse a las medidas de un gobierno. La prensa anglosajona describió las manifestaciones que estallaron en Francia en el primer trimestre del año y se prolongaron hasta hoy como una curiosidad arqueológica. “Creían que en la economía inmaterial ya no había más trabajadores, ni manos curtidas, ni estudiantes en la miseria, ni responsabilidad colectiva a la hora de defender los derechos”, explica Arnauld, un estudiante de segundo año de química. “Somos la parte que los especialistas en estadísticas no tomaron en cuenta”, agrega Michel, otro estudiante de la misma materia. “Aquí está la realidad analógica”, comenta con picardía. Ambos tienen plena razón. Francia siempre nos sorprende.

En estas calles empapadas de pasos no hay ideologías, ni reclamos metafóricos, ni pedidos imposibles, sino una concentrada oposición a una reforma de las jubilaciones, que la sociedad asimila a la injusticia, impulsada por un Ejecutivo que, para la gran mayoría, gobierna para los privilegiados. Se trata de un movimiento de una indisciplina práctica, y en ello es plenamente moderno, y no “prehistórico”, como lo sugieren los detentores del pensamiento “Power Point”. “Aquí, los chicos no están alentando o patrocinando ninguna revolución. Sólo quieren justicia, equidad, y que los tomen en cuenta”, afirma Roselyne, una jubilada del correo francés que acudió con su hija. Michel describe en una frase veloz los dos “insostenibles” que los movilizaron: “Hay 25 por ciento de desempleo entre los jóvenes, y el gobierno quiere hacer trabajar a la gente hasta los 70 años. ¡Una locura!”.

Martine, una hermosa muchacha de 24 años, estudiante de derecho internacional, dice, enojada: “La juventud ha sido sacrificada, no queremos esta sociedad donde sólo hay lugar para los recomendados, los privilegiados, los ladrones, los hijos de ricos. Queremos justicia, igualdad, posibilidades de progresar para todos”.

Entre grupo y grupo, a lo largo de cuatro horas de marcha, se puede hacer una radiografía tan espontánea como precisa de los desalientos de la juventud ante un Ejecutivo que la ignora y un presidente a quien los jóvenes tratan como ególatra: la reforma de la jubilación, la política inmigratoria, el escándalo L’Oreal, que golpea de lleno al ministro de Trabajo, a cargo de llevar adelante la reforma de las jubilaciones, el desempleo, el escudo fiscal impulsado por el gobierno y mediante el cual los muy ricos recuperan mucha plata, la carestía de barrio rico de la noche, la ausencia de política ecológica, los controles policiales constantes, la falta de ayudas y, sobre todo, de una política “objetiva” orientada a los jóvenes así como una sensación general de que el sistema capitalista, tal como está gestionado, sólo beneficia a una estrechísima minoría.

La polifonía generacional de la protesta y el carácter sociocultural y socioprofesional mixto le dieron una identidad tanto más peculiar cuanto que los jóvenes se sumaron a la protesta en las últimas dos semanas. El levantamiento de los liceos fue facilitado por el rumor de que el plan de reforma de las jubilaciones iba a crear un millón de desempleados entre la juventud, por las iniciativas ridículas de muchos directores de bachilleratos que escribieron a los padres para que no permitieran que los chicos vayan a manifestar o a bloquear los colegios y, de manera general, porque el poder político infantilizó el movimiento juvenil.

“Nos tomaron por tontos irresponsables, por nenitos de jardín de infantes sin capacidad de entendimiento”, dice con cierto enojo Audrey, una bachiller de 17 años que se pasea con una pegatina que dice “je lutte de classes” (un juego de palabras que quiere decir “hago la lucha de clases”). Dominique Dupont, sindicalista de la CGT del gremio de los estibadores portuarios, observa a los jóvenes que se deslizan bajo las banderas de los estibadores con melancólica admiración. “Me llenan de ternura, tan jóvenes, tan frágiles, tan expuestos a la violencia de este mundo asqueroso, y tan convencidos de lo que hacen, de la razón por la que están aquí.”

Algunos días más tarde, en la Universidad de Jussieu, los estudiantes organizaron una manifestación antes de las vacaciones. Michel, Aurelie, Jean Pierre, Stephane, todos caminaban cantando “Sarko, estás jodido, la juventud está en la calle”. Llevaban un cartelón inspirado de un manifestante de la localidad de Nantes, que decía: “Sarko, mira tu Rolex, la hora de la revolución ha sonado”.

Francia descubrió en un abrir y cerrar de ojos la pertinencia militante de su juventud y algunos rostros nuevos. El de Viktor Colombani, 16 años, dirigente de la UNIL, Unión Nacional de Bachilleres. Un pibe certero, que habla de “solidaridad intergeneracional” y de la imposibilidad de aceptar “que se rompa el derecho al porvenir”. A pesar de la posición privilegiada de Francia, la juventud vive mal. Un desempleo enorme, dificultades titánicas para encontrar vivienda, un discurso de Estado en el que la juventud y sus problemas suelen ser invitados ocasionales. Los analistas reconocen que los jóvenes han funcionado como “una variable del ajuste” (Louis Chauvel, autor del Destino de las generaciones).

Los jóvenes activos conocen tasas de desempleo alrededor del 24 por ciento. La pobreza los acorrala en situaciones impensables para un país central. “Por eso hemos venido con los sindicatos”, comenta Lucie, una joven recién ingresada a la Universidad. “Estamos hartos del cinismo, de la arrogancia del gobierno, de las injusticias permanentes, de ver cómo hacia arriba se viola la ley y hacia abajo nos ponen presos por cualquier insignificancia.” Tantos jóvenes en la calle vinieron a resaltar la fragilidad del modelo social francés.

Sindicatos y estudiantes coincidieron en un punto: el no a la Francia de los privilegios reservados, al costo de reformas soportadas por la mayoría más expuesta. Esa “bronca” se cristalizó en una suerte de sublevación mansa, muy bien organizada a través de la conciencia colectiva. Los paros no penalizaron a los usuarios porque los sindicalistas pactaron para que unos vayan a las protestas y otros garanticen un servicio mínimo. Lo mismo se constató en las seis manifestaciones y huelgas convocadas desde septiembre. Cada vez hubo entre dos y tres millones y medio de personas, dos veces por semana.

Catherine, una empleada de una empaquetadora, cuenta: “No podíamos ir todos al mismo tiempo a las manifestaciones, cada día de huelga es un día menos de sueldo, entonces nos turnamos. Una semana iba yo, la otra una colega”. El sociólogo Philippe Corcuff comentó al diario Le Monde que en este movimiento “la gente va a veces a las manifestaciones, otras no. Se puede entrar y salir del movimiento a su antojo. Es una suerte de guerrilla social, duradera y pacífica”. Alegre también, con más humor que odio, con más inventividad que pesadumbre. Sin consignas de ruptura radicales, ni delirios mesiánicos, la sociedad francesa elaboró un bello mensaje colectivo tejido entre varias generaciones, entre distintos gremios, entre diferentes sensibilidades.

Caroline, una aguerrida militante del NPA (Nuevo Partido Anti Capitalista, extrema izquierda), reconoce que este movimiento no puede romper ni agredir porque, fundamentalmente, “lo que hemos venido a pedir es respeto, respeto al ser humano, al modelo que construimos, respeto a la historia y los valores de Francia, a la ecología, respeto a la igualdad, a la dignidad”.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-155601-2010-10-24.html


Con-Ciencia Crítica (video-forum): La Pesadilla de Darwin

octubre 14, 2010

El próximo sábado 16, la ONG «Amigos del Tercer Mundo» y el Grupo Ecologista de Villarrobledo van a desarrollar conjuntamente la siguiente sesión del video-forum Con-Ciencia Crítica. Puedes ver toda la información sobre la actividad (incluyendo algunos materiales sobre la temática) en: La Pesadilla de Darwin

También puedes ver información sobre este video-forum en: Con-Ciencia Crítica


La Transición: Taller de Historia Urgente

septiembre 20, 2010

 

Con esta actividad, pretendemos conocer más a fondo cómo fue “la España de la Transición”, en el periodo desde 1975 a 1982, que constituye una parte fundamental de nuestra Historia reciente. De esta forma, trataremos de abordar aspectos políticos, sociales, educativos, religiosos, etc., desde una dimensión cotidiana. 

Los miembros de la Escuela Libre de Historiadores, que realizamos talleres gratuitos en los barrios desde hace años, queremos contar también con vuestra voz. En cada sesión, a partir del visionado de películas y documentales en pantalla de cine, nos gustaría compartir las experiencias vitales y opiniones de los ciudadanos y ciudadanas en torno a estos sucesos, porque sólo así entendemos que se construye la Historia. 

Pretendemos crear un espacio donde la gente intente explicar la Historia, explicarse a sí misma y comprender al otro, potenciando el diálogo y el debate. Porque se trata de eso, de que contestemos entre todos y todas a esa pregunta que tiene tantas respuestas: ¿Cómo se construyó y cómo fue realmente la Transición? 

Para todo eso, os necesitamos. 

Escuela Libre de Historiadores, 2010.  

Transición – Folleto de mano 


El lucrativo negocio de la industria editorial

septiembre 14, 2010

Sobre la pretensión de dotar a los manuales escolares de un único año de validez

El lucrativo negocio de la industria editorial

Javier Suárez Llana

Hace unos días los medios de comunicación se hacían eco de la inusual rebaja en el precio de los libros de texto, la primera que se registra desde el año 1993. Así, la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza hacía públicas unas reducciones en el coste de los libros del 0,5% en Educación Primaria, 3,61% en Educación Secundaria, 1,76% en Educación Infantil y 2,38% en Bachillerato y Formación Profesional. Según los editores, estos ajustes en las tarifas responden al esfuerzo del colectivo por contener los costes, esfuerzo que dicen afrontar «a pesar del intervencionismo de la Administración pública».

Argumentan que las recomendaciones autonómicas a los profesores para que prescriban los libros más baratos y la imposición en el precio de los libros en relación al montante de las becas que se conceden a los estudiantes no hacen más que perjudicar al sector y reducir su facturación. Y el mismo devastador efecto tienen los «perniciosos sistemas de préstamo» de libros de texto.

Perniciosos, ¿para quién? Perniciosos para un sector privado que en el curso 2009-2010 vendió 50,6 millones de libros de texto, facturando 844,45 millones de euros, según datos de la Federación de Gremios de Editores de España. La defensa de los intereses comerciales frente a los de los usuarios ha caracterizado siempre al sector privado, y en esta línea, los programas de préstamo e intercambio de libros de texto, que no consiguen otra cosa que alargar la vida de los libros al máximo permitido por ley -cuatro años-, no hacen sino abrir una brecha en esa defensa a ultranza de los beneficios por encima de los servicios. Que la ley dé una vigencia de cuatro años a los manuales escolares significa que mediante un sistema de intercambio las y los estudiantes sólo tendrían que adquirir libros nuevos una vez cada cuatro años, es decir, que los ingresos millonarios anuales de las editoriales se convertirían en ingresos cada cuatro años.

La reflexión sería, por tanto, la siguiente: si los libros son válidos -por ley, ya que en la práctica podrían serlo muchos más años, las Matemáticas no cambian cada cuatro- durante cuatro años, ¿por qué es necesario editar -y, por lo tanto, comprar- libros cada curso? ¿Tal vez para mantener el lucrativo negocio de la industria editorial, un lucrativo negocio a costa del derecho a la educación? La relación entre las editoriales y la práctica educativa está marcada por los verdaderos intereses de las primeras, que no son satisfacer -mediante libros- las necesidades ciudadanas, sino la simple obtención creciente de beneficios económicos, el simple lucro.

Los sistemas de préstamo e intercambio de libros de texto no son perniciosos para las editoriales, cuya actividad no se sustenta sólo en la edición de manuales escolares. Por el contrario, la actividad anual de las editoriales y su pretensión de dotar a los libros de un único año de validez sí son perniciosas para estudiantes, profesores y el conjunto de la educación pública. Pretensión que además es ya en parte una realidad, al haber introducido en el negocio el formato de los libros-ficha, que dejan inutilizados los manuales tras el primer uso. De media, cada familia tiene que hacer un desembolso de 250 euros por hijo e hija en edad escolar cada septiembre, cifra que sólo hace frente al coste de los libros de texto, y a la que habría que sumar, por tanto, los gastos en material escolar; 250 euros cada año, por cuatro años, son 1.000 euros de gasto, sin sumar el coste del material escolar multiplicado por 4. Y teniendo en cuenta que las y los estudiantes empiezan su educación a los 3 años y el período de educación obligatoria termina a los 16, la cifra no hace más que crecer.

Otro factor a tener en cuenta en cuanto a quién es pernicioso para quién es el Medio Ambiente. Con 50,6 millones de libros editados en 2009 se emplearon unas 50.000 toneladas de papel, que equivalen a 700.000 árboles. Es decir, 50.000 toneladas de papel irían al contenedor -con suerte, azul- cada año con el sistema de libros de un solo uso que persigue la industria editorial. Los sistemas de préstamo e intercambio de libros reducen esta cifra como mínimo a la cuarta parte, al alargar la vida de los libros a cuatro años.

Y ya que hablamos de educación, ¿qué valores queremos enseñar y fomentar en los estudiantes? ¿Los valores de la sociedad del consumo: individualismo, egoísmo, mercantilismo, cultura de un solo uso?? La alternativa del préstamo y el intercambio fomenta valores de solidaridad, altruismo, respeto, compromiso social, reutilización, reciclaje?

Préstamo e intercambio, 3; editoriales, 0. Tres beneficios bajo la acusación de «perniciosos» de unos programas que, a pequeña escala, aportan su granito de arena a aliviar la economía de las familias, a fomentar la Educación en valores de las y los estudiantes y a asegurar el cuidado del medio ambiente. Beneficios «perniciosos» que de no ser por estos programas quedarían en el aire con una educación que es gratuita sobre el papel pero que queda muy lejos de serlo en la realidad.

Javier Suárez Llana es coordinador del programa de intercambio de libros de texto de Gijón y miembro de Estudiantes Progresistas.

Fuente original: http://www.lne.es/gijon/2010/09/13/lucrativo-negocio-industria-editorial/966952.html